TERTULIA CON BOLEROS
EN APOYO A "LA VOZ MÁS SEXY DE LA TERCERA EDAD" : CHIQUI TAMAYO
Noche de boleros y poesia en homenaje al "Chiqui" Tamayo, quien reside en Cali
por recomendación médica. Agradecemos su presencia y aporte solidario.
Participan y apoyan los poetas: Evelio José Rosero, Rafael del Castillo Matamoros, Fernando Linero, Gustavo Adolfo Garcés, entre otros. Además nos acompañaran los músicos: Erika Krautz, German Chavarriaga, Pipo, Wilson Gavilan, Armando Escobar, Daniel Linero, entre otros.
45 años cantándole a Colombia
http://www.youtube.com/watch?v=teMbBy87E7Y
Desde esa Cuba partera de figuras de grata recordación como Celia Cruz, Benny
More, Miguel Matamoros, Pío Leyva, Manolo Monterrey, Emilita Dago y muchos más encontramos una gran figura que marcara también con al aporte de su potente y matizada voz las páginas del canto de la música tropical latinoamericana: Tomás "Chiqui" Tamayo.
Nacido en la década del treinta, en 1932, desde muy pequeño muestra inclinaciones por la música, y a pesar de los obstáculos que encuentra desde su ámbito familiar, a los once años de edad ya era ejecutante de la percusión. Desempeñándose en el oficio dentro de la marina inicia su carrera musical, integrando los conjuntos de los grilles de los barcos. Se ve obligado a partir de su isla natal en el año de 1959, junto con su esposa, artista también y sus pequeños hijos, gozando para entonces de reconocimiento dentro del ambiente musical del Caribe, lo que le permite adquirir estabilidad y a la vez abrirse caminos internacionalmente.
Se radica en Venezuela, donde actuará con prestigiosas orquestas de ese país, muchas de ellas desaparecidas actualmente, entre estas se encuentran, por su orden de paso, la orquesta de Luis Alfonso Larraín, "el mago de la música bailable" y antagonista musical de la Billo´s Caracas Boys (de la cual Chiqui no formó parte); luego pasará a formar parte del tren delantero de la orquesta del argentino Jorge Beltrán, Los Peniques, por donde también desfilaran una gran cantidad de figuras del canto como Manolo Monterrey, Felipe Pirela, Víctor Piñero, Chico Salas, Cheo García, entre otros.
Además formará parte de la orquesta Casino Riverside, dirigida por el talentoso
pianista y arreglista Román Martínez, compartiendo tarima con el ya exitoso
cantante Víctor Pérez. Luego de esto se vincula con la recién creada organización musical del joven publicista Renato Capriles para actuar con una de
sus orquestas, fundada en el año 1959, y a la cual va a ingresar a inicios de
los sesenta, Los Solistas, disuelta por el mismo Capriles poco tiempo después,
debido a su calidad interpretativa y la posibilidad de convertirse en rival de
su orquesta bandera Los Melódicos, también fundada recientemente (1958).
Luego de la disolución de Los Solistas, Chiqui continuará en el canto con un
Combo que formara la casa disquera Discomoda para tal fin, el Combo Alegría,
dirigido por el trompetista Carlos Guerra, quien además hiciera varias
composiciones popularizadas por Chiqui, como Bomba Universal, que es quizá la
más recordada de su estadía por esta agrupación. También integra las filas de la
orquesta del músico Luis Arias, en el sello Fonograma; así como de “Cholo y su
combo”, para el sello Velvet. Luego de ello formará parte de la orquesta del
dominicano Porfi Jiménez, que empezaba a posicionarse en el ambiente y por la
cual pasaron figuras de renombre en el canto en Venezuela, como Cheo García y
Chico Salas, entre otros. Después de este recorrido vuelve Chiqui a la
organización Capriles, esta vez como guarachero de la orquesta Los Melódicos, en suplencia de Willy Quintero, quien había salido de la agrupación debido a
problemas de índole personal, y donde entrará por periodo de casi un año,
compartiendo tarima junto a figuras ya clásicas de la canción tropical como
Manolo Monterrey o Rafa Galindo y la nueva y popular figura de Oscar Santana,
bolerista y baladista que se posiciona con la agrupación para lanzarse después a
una carrera de solista. Además comparte tarima con Lee Palmer quien a su retiro es remplazada por Verónica Rey, quien junto con Emilita Dago son sin duda las más recordadas figuras femeninas de Los Melódicos. De esta estadía se recuerda uno de los más grandes éxitos de Chiqui, además de ser composición suya, el tema Que Barbaridad, basado en una anécdota ocurrida a la orquesta durante un baile en la caseta “Matecaña”, en la ciudad de Cali donde, luego de tocar La Danza de la Chiva 17 veces, por ser el hit del momento, y a solicitud del público, surge el percance sobre la estructura de la caseta, debido a la euforia que suscitaba la orquesta; ello ocurrió en el año 67.
Aparte de esto, en su estadía en Venezuela, Chiqui se mueve como pez en el agua
por todo el Caribe, viajando por Puerto Rico, República Dominicana, Colombia,
Miami, etc., como artista invitado. Llegó a ser toda una bomba caribeña.
Sin embargo, la estadía con Los Melódicos va a dar un giro dentro de la carrera
de Chiqui y lo va a llevar a radicarse nuevamente en Colombia, luego de una
visita que hiciera con esta orquesta a un baile en la ciudad de Bogotá, que de
ahí en adelante va a ser uno de sus lugares de residencia, turnándose con Barranquilla, debido a cuestiones de trabajo.
Y es que la carrera de Chiqui en Colombia no es menos prolífica que la realizada
en Venezuela, es más, diría por el contrario que a pesar de no ser este un país
con una fuerte cultura de orquesta, se logro posicionar en el ambiente de tal
forma que aún hoy es parte fundamental de la cultura musical colombiana.
En el país va a realizar trabajos con el reconocido músico Ramón Ropaín, de gran trayectoria en el ambiente musical colombiano, para después pasar a formar parte de una de las mejores orquestas de los años setenta en el país, La Tropibomba, que fuera la orquesta de planta del programa televisivo Gran Sábado Gran, además de encontrarse constantemente en bailes por todo el país. De este periodo de su carrera se recuerda uno de los grandes temas compuestos por Chiqui, Bogotá, grabado en el año 1977, dedicado a la ciudad y que forma parte del pequeño catalogo de canciones dedicadas específicamente a la ciudad capital, que recoge en su letra una descripción de la capital en la época, adaptada a ritmo de salsa, con una estupenda calidad interpretativa.
También hay que considerar su participación junto a la reconocida Orquesta del
maestro Pacho Galán y el fuerte movimiento que ejerció Chiqui en el fomento de
la música, incitando la formación de grupos y orquestas, entre los que se puede
destacar “The Latin Brothers”. También funda orquestas como “Los Mandarines” y “Los Guapos”, entre otras.
El papel de Chiqui en este país se ve más enfocado a la promoción de la salsa, trabajando de la mano de figuras como Joe Madrid y Willie Salcedo. En esta labor salsera, que sin desconocer el resto del legado colombiano que dominaba a la perfección, cultivó fuertemente, transcurre la década del ochenta y, en el noventa realiza trabajos en la grabación de la promoción de la campaña presidencial de Virgilio Barco. Posteriormente realiza trabajos con orquestas,
como invitado, por lo general formadas desde SayCo para promocionar a sus
artistas.
Dentro de sus últimos trabajos hay que destacar algo, un estilo más reposado.
Últimamente Chiqui ha contribuido en la grabación de poemas de poetizas colombianos como María Mercedes Carranza, ya que su voz le permite no solo
cantar sino declamar, lo que le da un halo bohemio y romántico propio de cafés y bares temáticos que lo citan con regularidad para sus presentaciones.
En su reciente presentación en el café bar Casa de Citas, en la ciudad de Bogotá
se dejo ver a un Chiqui con un marcado registro, bajo un repertorio clásico del Caribe que cumple las expectativas de quienes van a escuchar su interpretación, no solo por su indiscutible calidad vocal, sino por la posibilidad de integrar al público con el artista en la presentación y poder construir esos lazos de "familiaridad" que posibilitan el éxito de un show musical por la cercanía y camaradería que se llega a formar en el momento, así que por todo ello se puede afirmar sin lugar a duda que hablar de Chiqui Tamayo es sinónimo de sabor, ese fuego interior que tiene en su interpretación, que transmite con su voz y que contagia al público, evocando quizá viejos y gratos recuerdos que hacen elevar al espíritu a esferas más sutiles, especiales y que deleitan el contemplar desde un viejo amor hasta una suave brisa de mar y que nos recuerda que a pesar de las nuevas tendencias el espíritu antillano sigue presente en nosotros y es realmente en figuras como Chiqui donde encontramos la excusa perfecta para sacarlo a flote y disfrutar de su calidad y de su calidez, tanto en su faceta artística como de ser humano, en la cual hay que anotar que, no solo canta y declama, es compositor y poeta, un gran personaje.
Texto de David Rico Cárdenas - Febrero 2009 El Gran Sonero “Chiqui” Tamayo
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