Casa de Citas, La Candelaria

Casa de Citas, La Candelaria
Restaurante Peruano, Comida Peruana

miércoles, 6 de octubre de 2010

Programaciòn jueves 7 de octubre

CASA DE CITAS - COCINA PERUANA
(Todos los días desde las 12 del día - Tienda de música colombiana)  
jueves 7 de octubre - 8:00 p.m.
MIGUEL HERNÁNDEZ 100 AÑOS
El escritor y ensayista Celedonio Orjuela compartirá un texto sobre el poeta nacido en Horihuela en octubre de 1.910.
El cantante Pablo Paternina interpretará en su voz y su guitarra algunos de los poemas de Miguel Hernández: "Llegó con tres heridas..."   
Aporte cultural: $5.000.oo 

CASA DE CITAS - COCINA PERUANA
(Todos los días desde las 12 del día - Tienda de música colombiana)
Carrera 3 No. 13-35 tel. 286 6944 - 316 330 3278
En el corazón de La Candelaria, historia y cultura de Bogotá
MIGUEL HERNÁNDEZ 100 AÑOS
Llegó con tres heridas…”

Poeta español nacido en Orihuela, Alicante, en 1910. Hijo de campesinos, desempeñó entre otros oficios, el de pastor de cabras. Guiado por su amigo Ramón Sijé, se inició en la poesía desde los veinte años; publicó su primer libro «Perito en lunas» en 1933 y posteriormente, los sonetos agrupados en «El rayo que no cesa», marcaron la experiencia amorosa del poeta.  Durante la guerra civil militó muy activamente en el bando republicano como Comisario de Cultura, siendo encarcelado y condenado a muerte al terminar el conflicto. Antes de morir, enfermo y detenido, publica su última obra, «Cancionero y romancero de ausencias». Falleció en 1942.



(En Orihuela, su pueblo y el mío, se
me ha muerto como del rayo Ramón Sijé,
con quien tanto quería).
ELEGÍA



Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.
Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento.
a las desalentadas amapolas
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.
Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.
No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.
Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.
Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.
No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.
En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.
Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.
Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.
Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera
de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.
Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irán a cada lado
disputando tu novia y las abejas.
Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.
A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.
10 de enero de 1936
Miguel Hernández

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